Acusada de asesinato, violación y quema de casas, Barrick Gold rechaza reubicar a los afectados
Un representante de las miles de personas que viven en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea, viajó a Ottawa para informar a los canadienses sobre la problemática relación de los montañeses de Papua Nueva Guinea con Barrick Gold.
– En julio pasado un joven fue asesinado en la profundidad de las remotas tierras altas de Papúa Nueva Guinea, y los canadienses deben preocuparse.
– ¿Por qué?
– ¿Por qué preocuparnos por este acto de violencia en un lejano rincón del Pacífico, en momentos en que hay tanta violencia en el mundo?
Después de todo, hay un montón de asesinatos más cerca de casa que nos pueden interesar, empezando por Ucrania (tranquila por el momento) y el Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL). Este último grupo ha obligado incluso al presidente estadounidense Obama a tomar una acción militar seria, con el Primer Ministro canadiense Harper siguiéndolo muy atrás, gritando: “¡Yo también Yo también”
Sin embargo, aunque Canadá puede no ser un jugador tan grande en la mayoría de los lugares álgidos del mundo como a veces le gusta pretender, es un jugador muy importante en la industria minera mundial. Y pocas estrellas brillan con tanta luz en el firmamento de la minería canadiense como la de la Barrick Gold de Canadá.
El miércoles de la semana pasada, un representante de las miles de personas que viven en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea, junto con partidarios de Canadá llegó a la Colina del Parlamento para contar a los canadienses acerca de la problemática relación de los montañeses con Barrick Gold.
En una conferencia de prensa en la sala Charles Lynch, en el edificio central del Parlamento, compartieron el informe del 25 de julio 2014 de la Real Policía de Papúa Nueva Guinea. Ese informe afirma que la víctima del asesinato de julio, un aldeano de las tierras altas de Papúa Nueva Guinea, de 20 años, llamado Wasato Kaipas, fue asesinado en el sitio de la mina Porgera de Barrick Gold.
“El fallecido recibió un disparo en la cabeza,” dice el informe de la Policía, “Mientras trataba de huir desde el interior del sitio de la mina, donde buscaba oro como un minero ilegal.”
A continuación el informe nombra las únicas personas sospechosas de haber cometido este crimen: “los guardias de seguridad de la mina.”
“Desesperado intento de ganarse la vida”
En el evento de la Colina del Parlamento el miércoles, Catalina Coumans de Mining Watch Canada dijo que el sitio de la mina Porgera “Durante mucho tiempo se ha asociado con extrema violencia contra los hombres y mujeres de la zona por guardias de seguridad de la mina y la policía estatal asociada con la minera …”
Coumans explicó luego cómo un joven del pueblo, tal como Kaipas, se encontraría trabajando, en palabras de la policía local, como “un minero ilegal.”
Se trata de “un intento desesperado por ganarse la vida” con los “derrames masivos de desperdicios incontrolables”, después que Barrick saqueó el medio ambiente local, dijo.
Los vertidos de residuos incluyen algunos rastros de oro potencialmente valiosos. Dado que Barrick parece considerar esos pedacitos de oro como basura, la población local los toma para tratar de ganar dinero buscando restos del precioso metal en el lodo que contamina sus tierras tradicionales. Hay un mercado local activo para este oro, que la gran empresa multinacional se contenta simplemente con verter junto con una mezcla de contaminantes tóxicos
Algunos pagan con sus vidas por esta actividad de recolección. Otros pagan un precio diferente. Jethro Tulin de la Alianza Porgera, quien llegó a Canadá para reunirse con funcionarios del gobierno de Canadá con el fin de discutir la difícil relación de su pueblo con la compañía minera de oro, dice que muchas mujeres que se dedican a este tipo marginal de minería sufren el “castigo” de la brutal violación.
Tulin sostiene que ahora la única solución es reubicar a los aproximadamente 10.000 habitantes de Porgera totalmente fuera del sitio de la mina de Barrick. El gobierno de Papúa Nueva Guinea está de acuerdo con esa propuesta; pero Barrick se está resistiendo. El gigante minero canadiense sólo estará de acuerdo para ayudar a reubicar a aquellas aldeas que están en riesgo ambiental más grave, directamente en el trayecto de sus minas y sus vertidos.
La gente de la zona forma una comunidad coherente de clanes afines, explica Tulin, y la reubicación de algunos pero no otros destruirá realmente esa comunidad.
En vista de ello, la resistencia de Barrick al plan de reubicación no tiene sentido.
La empresa no parece estar contenta de tener aldeanos que vivan tan cerca de sus minas. Uno tiene la impresión, de hecho, que a Barrick nada le gustaría más que estar totalmente libre de la gente a la que la empresa y sus amigos en el gobierno de Papúa Nueva Guinea describen como “mineros ilegales”. Los “mineros ilegales” son también los ocupantes tradicionales de esta parte de las tierras altas de Papúa Nueva Guinea.
Quemar casas para deshacerse de los aldeanos
El asesinato y la violación no son las únicas herramientas que se utilizan para desalentar “la minería ilegal.”
Barrick da hospedaje en su sitio de Porgera a miembros de la tristemente célebre “Unidad Móvil” de la policía nacional de Papua Nueva Guinea. En junio, sin preaviso o negociación, policías “móviles” se trasladaron al pueblo de Wingima y quemaron 200 casas hasta los cimientos.
Ese ataque y el asesinato de Wasato Kaipas en julio han agudizado la sensación de urgencia en la gente de Porgera. Tienen la esperanza de conseguir algo de apoyo de las autoridades canadienses. Jethro Tulin informa que sus conversaciones con funcionarios federales canadienses a nivel de la administración pública fueron constructivas, pero no ha tenido ningún contacto con autoridades de mayor poder a nivel político en Canadá.
En cuanto a Barrick, el hecho de que ha experimentado miles de millones de dólares en pérdidas recientemente puede tener algo que ver con su renuencia a invertir demasiado generosamente en la reubicación de las personas de Porgera.
En 2013, la empresa – que sigue siendo el mayor productor de oro del mundo – perdió más de 10 mil millones de dólares y continua mostrando fuertes pérdidas este año. Ahora está haciendo grandes esfuerzos para demostrar a los mercados de capital que sigue siendo una buena inversión.
El lema actual de Barrick es: “Producción rentable, disciplinada.” En su literatura oficial hace grandes esfuerzos para demostrar a los inversores que su gran presupuesto total de funcionamiento (de más de 4 mil millones de dólares para 2013) y la “asignación disciplinada de capital” (que ha incluido un recorte importante de reducción de costos) refleja la “fortaleza subyacente significativa de operaciones mineras de alta calidad de la empresa,” a pesar del actual “entorno desafiante de precio del oro. “
Barrick también defiende el hecho de decir que le da una gran prioridad a la “responsabilidad”, aunque eso podría no ser prioritario en la agenda de resultados finales enfocada a los inversores. La empresa emite informes anuales de “responsabilidad” en los que apunta a sus inversiones en materia de gobernanza, controles ambientales, seguridad laboral y participación comunitaria.
“Reconocemos que nuestro éxito continuo está ligado al éxito y la estabilidad de nuestras comunidades anfitrionas, y a nuestra reputación como un socio responsable en el desarrollo de recursos”, dice Kelvin Dushnisky, Co-Presidente de Barrick. “En todos los lugares, trabajamos con diligencia para gestionar los impactos de nuestras operaciones, proporcionar un lugar de trabajo seguro para nuestros empleados, y asegurar que las comunidades y la sociedad obtengan beneficios a largo plazo de nuestras actividades mineras.”
Jamie Sokalsky, Presidente y CEO, añade: “Incluso en estas condiciones volátiles de mercado, no vamos a reducir los costos que ponen en peligro nuestra capacidad para operar de una manera social y ambientalmente responsable.”
La familia de Wasato Kaipas y el pueblo de Porgera en las tierras altas de Papúa Nueva Guinea podrían ser perdonados si dudaron de la sinceridad de esas afirmaciones.
Por Karl Nerenberg, Ottawa
Traducido para OLCA
Fuente: rabble.ca