Se clasifica por primera vez para un gran torneo internacional, la Copa de Asia 2015, después de vencer a Filipinas por 1-0. Esta misma semana Joseph Blatter había negado una sanción a Israel por las continuas trabas al fútbol palestino. Su entrenador, Jamal Mahmoud, no pudo entrar al territorio en las semanas previas al clasificatorio y un defensa, Sameh Mar’aba continúa detenido.
Dos dificultades, dos más. El miércoles 30 de abril la selección de Palestina regresaba de un torneo en Qatar y camino de Al-Ram, en Cisjordania, al noreste de Jerusalén, donde se encuentra su ciudad deportiva y su estadio, el Faisal Al-Husseini International, se topaba de nuevo contra el muro. En primer lugar, a su entrenador desde 2011, Jamal Mahmoud, jordano, se le negaba la entrada al territorio para seguir preparando al equipo para la AFC Challenge Cup que se iba a celebrar en pocas semanas.
Y en segundo, uno de sus jugadores era detenido. Como ya ocurriera en múltiples ocasiones anteriores (entre ellas, con Mahmoud Sarsak, cuyo caso se hizo internacional), Sameh Mar’aba, defensa de 22 años, quedaba a disposición del ejército de Israel por “haberse reunido con un miembro del brazo militar de Hamas en Qatar e intentar meter dinero, un teléfono móvil y varios mensajes escritos a Cisjordania” aunque, según las autoridades palestinas, apenas portaba unos dólares que le habían dado unos seguidores.
Dos dificultades, dos más, que el máximo mandatario del fútbol palestino, Jibril Rajoub, unió a una extensa lista de agravios en la reunión que el lunes pasado mantuvo en Ramallah con el presidente de la FIFA, Joseph Blatter.
“Nos hacen la vida imposible, jugar así es quijotesco”, resumió el dirigente de Fatah y luego detalló los continuos problemas para salir del país a competir, la imposibilidad de convocar jugadores de Gaza porque luego éstos quedaban varados en los ‘checkpoints’, los bombardeos sobre la franja que acabaron con la vida de tres internacionales en 2009 y destrozaron el estadio Ahli Alenserat, antigua sede de la selección… Blatter escuchaba. Hasta que llegó la petición. “Creemos que el fútbol debe sancionar a Israel”, decía Rajoub. “No han incumplido el reglamento. Yo separo la política del deporte”, respondía el suizo. Y ya está. No habría así ni una reprimenda. Una derrota, claro, aunque esperada.
Por primera vez, campeones
La victoria debería llegar, como siempre, en el campo. Y llegó. Este viernes, Palestina, con todas las trabas previas, logró por primera vez en su historia la clasificación para un gran torneo internacional después de proclamarse campeón de esa AFC Challenge Cup y lograr el billete para la Copa de Asia (la equivalente a la Eurocopa) de 2015 que se celebrará en Australia. Lo hizo tras superar en la fase de grupos a la anfitriona Maldivas, a Myanmar y a Kyrgyzstan, ganar a Afganistán 2-0 en semifinales y vencer en la final en Filipinas por 1-0 en un encuentro que dominó pero que sólo pudo resolver en la segunda parte con un notable lanzamiento de falta de su ‘pichichi’, Ashraf Nu’mam.
Lo celebró tanto él como sus compañeros con un imparable baile de banderas y de proclamas pero, sobre todo, recordando una y otra vez lo que había costado llegar hasta aquí. El fútbol palestino, que en los años 30, bajo la ocupación británica, ya disputó las clasificaciones para los Mundiales de 1934 y 1938 no pudo competir internacionalmente hasta ser admitido, tras los Acuerdos de Oslo, por la FIFA en 1998 y, de hecho, no pudo acoger ningún encuentro hasta 2008. Cuando lo empezó a hacer y logró estabilizar su fútbol, sobre todo a través de la West Bank Premier League, empezó a sumar modestos éxitos como las tres victorias cosechadas en la fase de clasificación olímpica y a ambicionar cotas mayores.
Para ello, además de reforzar varios clubes de Cisjordania, comenzó a buscar futbolistas con familiares palestinos por el mundo (de las formas más tradicionalmente, incluso con anuncios en prensa) y así logró componer un equipo donde hace unos años sobresalían los jugadores sudamericanos y hoy destacan, por ejemplo, el portero y capitán Ramzi Saleh, que juega en la liga egipcia, el defensa Omar Jarun, ex de equipos de Estados Unidos, Polonia o Bélgica ahora en el Ottawa Fury canadiense o el centrocampista Imad Zatara, del Åtvidabergs FF sueco.
Por: Javier Sánchez
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