La cuna de la transparencia

El Río Aconcagua nos dio la vida. Las aguas de su cauce se encargaron de sembrarnos el aliento desde los tiempos más remotos. Su transparencia nos enseñó el secreto del fruto y nos hizo amar el color de la primavera y con su sonido nos inculcó la humildad de quien recibe un regalo de lo alto.

Eso fue así desde siempre y los ancestros lo sabían. Toda su existencia la repartían en agradecer a la deidad de las aguas y de las cumbres. La historia de nuestro país siguió esa tradición mientras crecía la patria. Continuó el criollo viviendo al ritmo del río y sus crecidas. La sabiduría que cultivó, fue entonces la de la tierra, cercana sabiduría a la que el pueblo Mapuche y los Pueblos Originarios mantienen viva en su lengua y en su cosmovisión.

El hombre campesino atesoró esa sensibilidad, sobreviviendo en él, esa manera pura de entender la vida. La expresó en su religiosidad en su canto y en sus fiestas. Los bailes chinos son prueba de esa huella y es por eso que la danza de Aconcagua depende del río, porque los vasallos que soplan sus flautas son los hombres de la tierra, son los espíritus antiguos que cambiaron de apariencia, y que nunca dejaron de habitar el valle.

La ciudad y el progreso, nos fueron ocultando de la mirada, el horizonte donde el río, era parte importante de nuestra esencia. Quienes habitamos hoy el valle Sagrado del río Aconcagua vivimos de espalda a quien nos dio la vida, como si hubiésemos olvidado el templo en donde nacimos, como los hijos que reniegan la cuna de su primer día. El hombre de este tiempo, cree que no necesita de sus aguas santas. El hombre de este tiempo, tiene el orgullo puesto al frente de sus actos y no reconoce la importancia de su raíz. Es por eso que ha dejado al río olvidado, ensuciando su cara, derramando en sus afluentes el precio de su ambición.

Y ahora que el mundo clama por destrozar lo que quedó de nuestro Sagrado Río Aconcagua; ahora que las pequeñas conciencias del hombre que vive para su dinero, reclaman su derecho por sobre el primer tiempo, Los Bailes Chinos de Aconcagua cantamos por la recuperación de la ruta hacia nuestra primera cuna de transparencia., rogamos a lo alto por la vida del Río que ha nutrido nuestras existencias, pues somos algunos de los espíritus que aún saben, que su vida NO depende de las Piedras y el Mineral, sino del Río y su Nido de Agua.

Por: Lautaro Condell

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